No
es ninguna novedad la escalada represiva que llevamos sufriendo desde
que se empezaron a notar los efectos económicos de la crisis
capitalista, ni nada nuevo es que los poderosos defiendan sus
ilegítimas posesiones y su posición dominante frente a quienes no
tienen nada más que perder salvo sus cadenas.
En
Albacete no son pocas las voces que protestan contra la situación de
miseria y desesperación que nos impone una minoría, ni son pocas
las voces que protestan contra las organizaciones fascistas que
tratan de desviar el movimiento obrero hacia absurdos caminos y
falsos enemigos con la complicidad de las Fuerzas de Seguridad del
Estado.
En
un principio, cuando los movimientos sociales empezaban a activarse y
su ambigüedad daba cabida a cualquier sujeto “indignado”, tan
sólo la vigilancia era el método reinante. Después, cuando en el
seno de estos movimientos se empezaron a ver las brechas entre los
elementos inofensivos para quien tiene el poder y los elementos
revolucionarios, fueron éstos últimos las víctimas de la
persecución y el acoso psicológico por parte de la Brigada de
Información de la Policía Nacional, cuyos agentes identificaban
“rutinariamente” a los y las jóvenes revolucionarias en la
puerta de sus casas, en charlas informativas y durante el reparto de
panfletos con una doble intención: criminalizarles a ojos del resto
de estudiantes y trabajadores por un lado, e intentar mermarles
psicológicamente por el otro con frases como: “voy a estar detrás
de ti”, “no vas a tener descanso”, “cuenta tus pasos,
nosotros lo hacemos”, etc...
Y
aunque sus acciones no lograron mermar a la mayoría de los
activistas revolucionarios, si lograron frenar a quienes todavía no
habían adquirido un serio compromiso con la causa obrera, ya que por
su juventud o por carencias emocionales no soportaron la presión
diaria.
Más
tarde, cuando los movimientos sociales empezaron a reducir su
actividad, debido en parte al abandono de los jóvenes
revolucionarios, y volvieron a ser menos importantes para los perros
de presa del Estado, fueron otro tipo de acciones las que llamaron su
atención, ya que muchos de esos jóvenes que abandonaron dichos
movimientos vieron que las únicas acciones que les quedaban se
salían del espectro legal de protesta, ya que dentro de la legalidad
no contaban ni cuentan con un apoyo ni con una base social que les
proteja de las actuaciones represivas del Estado, mientras que la
clandestinidad les daba y da el “anonimato”.
Ante
las acciones ilegales de estos jóvenes, las Fuerzas de Seguridad de
Albacete se vieron sorprendidas ante su propia incompetencia al no
lograr detener ni tener prueba alguna contra los mismos, y fue
entonces cuando los elementos fascistas dentro de estas Fuerzas de
Seguridad comenzaron a emplear otra táctica, que fue volver a lanzar
como se hizo antaño a sus jóvenes reclutas de organizaciones
fascistas y ultras del fútbol contra quienes ellos identifican como
“extrema izquierda”, forzando mediante la confrontación
callejera a muchos de estos jóvenes a salir del anonimato en lo que
a rostro y nombre se refiere, teniéndolos así bajo la vigilancia
necesaria para que rebajaran su actividad clandestina de protesta y
aprovechando también para fortalecer sus lazos con distintos grupos
nazi-fascistas de la ciudad y formar nuevas agrupaciones como el MSR
y la Liga Joven.
Todo
lo relatado responde a un proceso de fascistización y a la intención
que tiene la burguesía en utilizar ese proceso para desviar las
luchas revolucionarias que atacan la raíz del problema: la propiedad
privada.
Albacete
es un claro ejemplo de todo ese proceso, un claro ejemplo de cómo la
burguesía cada vez se ve más necesitada de recurrir al fascismo y
la ultraderecha para mantener sus privilegios, ya que son movimientos
que dividen a los y las trabajadoras fomentado el racismo y el
nacionalismo, evitando una respuesta conjunta contra quienes
realmente manejan la sociedad y nos condenan a la miseria mediante el
engaño, el robo, la represión y la explotación.
En
nuestra pequeña ciudad hemos podido ver claramente cómo se ha
tenido que recurrir al fascismo para frenar parcial y temporalmente
las respuestas revolucionarias a su sociedad y medidas reaccionarias.
Y también claramente hemos podido ver la complicidad de la Policía
Nacional y Local con las organizaciones fascistas, los montajes
policiales y las detenciones arbitrarias a jóvenes antifascistas.
Pero no es novedad alguna que mientras se criminaliza y reprime al
movimiento antifascista se proteja y ampare a nazis y fascistas.
Decenas
de jóvenes han sido víctimas en Albacete de agresiones fascistas,
jóvenes alternativos, comunistas, anarquistas, inmigrantes, homosexuales, chicos y chicas que
por peinarse o vestir de manera diferente han sido perseguidos y agredidos;
brazos rotos, cabezas abiertas, puñaladas y persecuciones.
CERO
DETENCIONES
CONOCIENDO
LA POLICÍA PERFECTAMENTE LA IDENTIDAD Y EL PARADERO DE CADA AGRESOR
Pero
no nos sorprende y seguiremos luchando mientras tengamos brazos y piernas que mover . Sus perros
con y sin uniforme no podrán parar la lucha de la juventud revolucionaria.
NO
PASARÁN